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  • Foto del escritorLuis Amezaga

Tropecé con un decálogo de nueve puntos.



1

Cuánto tiempo puedes mantener los ojos cerrados, sin dormirte. Al cabo de un rato comprobarás que no eres dueño de tu maquinaria, que los órganos del cuerpo funcionan solos, que tu mente va donde quiere y tú detrás (definición de locura), y que has inventado mil formas diferentes de torturarte. Pero aun así, mantente ahí, vive la experiencia.

2

La comunicación es cháchara. La comunión es silencio. La enseñanza es ambientación. El que sabe, calla. El discípulo dice "por favor" y "gracias". El maestro se contradice mil veces hasta que el discípulo abandona la lógica que le atenaza. El maestro deja rastros. Sigue los rastros, no al maestro. No seas su animal de compañía. Los rastros te llevarán a ser tu propio maestro. Los rastros calan en la tierra.

3

El esfuerzo y la persistencia son facultades muy necesarias para el que camina a ciegas. Pero si la Gracia encuentra un resquicio, el camino se borra bajo sus pies. Todo su esfuerzo no llevaba a ninguna parte. El siguiente paso no es ya una preocupación.

4

El discípulo, sin darse cuenta, tira del maestro para que se avenga a su nivel. El maestro, dándose cuenta, tira del discípulo para que deje de hacer el idiota.

5

¿No estás harto de sufrir? No es una pregunta retórica, los hay que son adictos al sufrimiento; sin él se verían perdidos, sin personalidad. Si de verdad estás harto, tengo dos noticias para ti: una buena y otra menos buena. La buena es que puedes dejar de sufrir en este preciso instante y para siempre. Nada te lo impide y ninguna situación lo justifica. Lo que te hace sufrir no es la situación, sino los pensamientos que en tu mente se generan al respecto. No son tú ni tu realidad. Arrastran a matizar y recomponer sin descanso el cuerpo corrupto del pasado y a anticipar compulsivamente el futuro de ficción. Se tú, no ellos. Desenmascara esa falsa identidad. Es una decisión, no un proceso. Tú no necesitas pensarte. Tú eres de manera inconfundible en el ahora, en cada respiración y sin ella. Quédate ahí, no puedes encontrarte fuera de ahí. Pero recuerda que la luz no conoce los términos de dentro y fuera.

La noticia menos buena es que no te resultará fácil creer en la buena noticia.

6

El estado de alerta en dos planos: Uno, como si estuvieras amenazado de muerte. En realidad estás amenazado de muerte, aunque no sabes dónde ni cuándo. El otro plano es permanecer atento porque esperas una información de suma importancia, un regalo de trascendencia que te trae el repartidor sin rostro. Mientras uno cae, otro se asoma, o al revés. El estado de alerta ha de ser relajado y atento para ser eficaz. Si fuera una alerta tensa, llegaría fácilmente el agotamiento. La atención parte de tus limites físicos y se va abriendo hasta la espaciosidad ilimitada. La concentración es al revés, se va cerrando hasta convertirse en orejeras de burro.

7

La personalidad es una construcción artificiosa dedicada a agradar, a encajar en el mundo, a hacerse sitio. Según va derrumbándose la personalidad, debido a su naturaleza artificial, emerge la individualidad. El individuo es indiviso, es uno. El individuo retira los escombros de la personalidad caída para destapar los cimientos. El individuo tiene la cualidad de poner nervioso al sistema ilusorio — que es amigo de personalidades —, al tiempo que conecta con el conocimiento universal, tan grande como grande sea tu capacidad de recibir.

8

La conciencia continuada necesita que estés ahí en este momento sin sucesión de momentos. No es fácil el requisito cuando estás acostumbrado a evitarte, a tomar cualquier distracción que pase por delante como una salida de emergencia.

9

No tengas tratos con dios. Quién es ese que tiene tratos con dios. Quién es ese que no es dios. La existencia de lo humano reside en la existencia, no en lo humano.

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