Aliviar, mitigar, paliar; tres verbos, una sola razón para estar aquí. Usar a alguien ya es abusar de él. Quien no haya usado al prójimo que levante una uña. Quien no se haya creído con derecho a hacerlo que deje de engañarse. Cuando notas el mordisco de la depravación deberías visualizar su sabor y su posterior indigestión. Solo mirando activamente el movimiento trigésimo cuarto evitarás equivocarte en el movimiento vigésimo octavo. Aliviar, mitigar, paliar, son verbos que van estrechamente unidos al sufrimiento, a darnos un respiro frente a él. El que puede ponerlos en marcha es alguien con un excelente botiquín, con experiencia de dolor y a la vez avezado en su superación. El profeta ha de morir apedreado antes de que se vean cumplidas sus profecías, el aliviador ha de ser escupido por el aliviado antes de que éste reconozca el consuelo recibido. Los bares a última hora de la noche de un día de labor son el refugio de los corazones malheridos, los confesionarios de colores etílicos, de mugre acogedora. Un chupito, por favor, un elixir para este cuerpo felizmente condenado. No hay razón para irse a dormir, para irse a olvidar.
top of page
Publicar: Blog2_Post
bottom of page
Comments