No hay recambios para un ser humano. Hablan de células madre o de trasplantes de órganos, pero no me refiero a la casquería. Estoy pensando en el cerebro, o mejor dicho, en su mente individual, en su mundo estructurado a partir del cerebro y de sus múltiples usos. Puedes parchear fugas o soldar alguna rotura puntual, pero las muescas van haciendo mella y diferenciando a un individuo de su congénere de al lado. No hay recambios, hay sustituciones o relevos. Unos se van y otros vienen. Los mismos no pueden permanecer a costa de los otros, aunque para muchos ese es un objetivo inconfesable y a veces confesado. <<No siempre escribimos lo que habíamos pensado escribir>>, confiesan muchos. Y luego está el lector que lee lo que le da la gana y entiende como quiere. Por eso los cerebros actúan con la materia prima en una dirección y las mentes recogen incontables versiones de ese movimiento. Duele la cabeza cuando el hortelano cerebro ve su cosecha dedicada al crimen, a la depravación de una mente insatisfecha con las verduras de temporada. La tensión entre ambos puede ser explosiva. En lo que sí están de acuerdo es que la atención relaja y la dispersión estresa.
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