Su abuela aparta del desayuno un pedazo de galleta maría para usarla como cuerpo de cristo en la comunión que va a realizar más tarde cuando escuche la misa por radio María. La nieta se apercibe de que en los últimos días el pedazo de galleta ha ido progresivamente menguando. Le pregunta el motivo a su abuela. Ésta le contesta que es más que suficiente para el caso que le hace Dios. Sonríe al ver cómo compagina con naturalidad la devoción con la irreverencia.
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