Esa mujer estaba en el corro. No se la habían presentado con anterioridad. Se ha reído y ya no ha podido atender a la conversación general. Cuando descubres en otra persona algo que nunca has tenido ni podrás tener, te paras a contemplarlo con deleite. Su risa era franca, genuina, desprendida, jotera, contagiosa, caudalosa, desinhibida, transparente, cálida, jacarandosa, rutilante. Solo alguien libre puede exhibir una risa así. Como consuelo piensa que aunque apagado de carácter, aún es capaz de reconocer lo bueno cuando lo tiene delante.
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