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Foto del escritorLuis Amezaga

La danza del espacio infinito -33



Los titanes y titánides preceden a los dioses. Ambos guerrean. Los dioses acaban encarcelando a los titanes en el Tártaro, la región más profunda del inframundo. Los hombres nacen de la sangre derramada de los titanes y las jiras del manto de los dioses. El hombre es un ser orgulloso pero débil. No es probable que deje descendencia y opte por la aniquilación. El melodrama es su pasión. Se le hace muy cuesta arriba no interiorizar los fingimientos que usa en sus relaciones para un convivir pacífico en una sociedad reglada. El individuo es uno, único, irrepetible, objeto de admiración cuando se realiza y se completa. Si puedes, no olvides mirar las suelas de sus zapatos antes de calibrar los afanes de su propietario. Por donde pisa deja huellas que las escobas no barren. Hay suelas con barro, suelas desgastadas, suelas impolutas, suelas de salón, suelas de campo, suelas de parqué, suelas de asfalto, suelas con un deje, con una tara, con un historial oscuro. No son las mismas las suelas de un pianista que las de un náufrago de la quinta avenida. Creamos sin llegarnos a creer a titanes y dioses. Y es tan real nuestra creación que cuando desaparezcamos ellos seguirán existiendo en la imaginación del idiota. Es tan real que son anteriores y posteriores a nosotros, que nos vivimos en un tiempo lineal pero que pertenecemos a lo atemporal.


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