Javier mira por los demás y los demás miran por sí mismos. Es por lo que Javier no tiene quien lo mire. Estoy seguro de que existe un mundo donde Javier es uno de los buenos. Éste no es ese mundo. Aquí es un tonto de manual. Respeto a Javier porque no se queja, conoce las reglas y aun así se comporta en beneficio ajeno. No se lo agradecen, ni siquiera son conscientes de su actitud, están demasiado ocupados en ellos mismos. Javier está convencido de que una palabra "suya" bastará para sanarle. Para él no es una frase hecha, significa una real experiencia, y no solo con una palabra, sabe que incluso con una mera inclinación bastará para curar su alma de la peor enfermedad conocida: la orfandad, la desorientación, la falta de ubicación en el vacío. La autoexigencia paraliza y defrauda, la desidia paraliza y defrauda. Javier ha evitado estos cepos en los que caemos la mayoría, volcándose en el otro. Javier no existe, es un modelo en el que no encaja nadie que yo conozca.
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