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Foto del escritorLuis Amezaga

La danza del espacio infinito -219


Los imperios caen por su propio peso. Imperio que no se expande, se contrae. Imperio que no puede satisfacer las ambiciones de las minorías, es asaltado por sus vecinos que cuentan con la ayuda de los traidores desde dentro. Los Imperios caen porque la buena vida acaba por aburrir. Somos criaturas de retos, de dificultades. Somos idiotas. El gran hombre es respetuoso con el líder que le precede, justo antes de asaltar su trono. Luego, al derrocado, le ofrece una retirada digna. Si se resiste, le tributa un homenaje de tanatorio, besa la mejilla de su viuda, abraza a sus hijos, acaricia la cabeza de sus nietos. Y lo hace rodeando el edificio de sicarios dispuestos a lanzar fuegos artificiales en honor al finado y a su prole. El nuevo hombre principal debe ser indulgente con los fuertes, tener buenas palabras con los deshonestos y ser cruel e implacable con los débiles. El respeto de los suyos es su seguro de vida, el temor de los otros su seguro de inmortalidad. Es creyente, no crédulo. Sabe cómo llegó a la cima y sabe cómo caerá. Mientras tanto, construye su obra medio decente, medio delictiva. ¿Quedan cadáveres por el camino? Sí, quedan. Es la ley del camino cínico.

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