Cuando las aceras están vacías no busques tesoros, nadie los ha podido perder. Cuando un hombre busca en las aceras vacías busca el vacío. Pero como el vacío no se puede encontrar, acaba encontrándose a sí mismo. Mal asunto, porque él lo que buscaba era el vacío. La paradoja le provoca tensión muscular, durezas en los tendones, molestias en la cabeza, latigazos de vidrio en las piernas, sequedad en la boca, irritación en los ojos, escozor en la orina, acidez en el estómago. Sólo cuando se vacía a sí mismo y las aceras se llenan de gente, los síntomas desaparecen.
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