Al cuarto empellón escuchó un "no" sibilante. Los otros tres habían ido precedidos de un "Dios, sí". Él no se considera una divinidad, pero sí un elegido para el amor horizontal, así que le sorprendió el "no" extemporáneo. Cortó de inmediato el flujo sanguíneo y se levantó de un salto, movido por un miedo cerval a la ley. ¡A saber qué pensamiento había cruzado la cabeza de esa mujer! Se fue al sofá y ojeó un artículo en el periódico sobre los peligros de la estanflación. Todo muy antinatural. Pero así son los tiempos que corren con cojera. Unos minutos más tarde escuchó los pasos de ella por el pasillo y tembló pensando en los posibles reproches, sintiéndose culpable sin saber por qué.
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