El lenguaje construye mundos. Si el lenguaje se empobrece o se esposa a conveniencias políticas o de masas, los mundos creados también se depauperan. Y con ello perdemos todos: habitantes de habla tóxica, medrosos usuarios de lengua pastosa. Acabamos siendo seres oscuros para nosotros mismos porque las palabras que usamos no expresan lo que pensamos o sentimos. Imagínate un cirujano que mete el bisturí por la zona, así, a bulto, a ver qué pasa. Ser precisos con las palabras es una muestra de amor hacia la realidad, tan desestimada. Empecemos a reconocer que los asesinatos no tienen género o buscaremos culpables donde no los hay. ¿O se trata de eso? Las lecturas que fuimos son las relecturas que somos, corregidas por la sabiduría de quien ha cometido errores suficientes para saber que la perfección sólo se fija en los aciertos intuitivos. Al final, quizá escribamos algo que alcance a ser leído por alguien, un lector que busque un trampolín hacia los clásicos; esto es, hacia sí mismo, hacia su propio lenguaje.
top of page
Publicar: Blog2_Post
bottom of page
Commentaires