La democracia permite que mi opinión sobre mecánica cuántica tenga el mismo valor que la de Schrödinger, Heisenberg o Von Neumann. ¿Es un desatino? Quizá, pero... ¿por qué voy a renunciar al privilegio que la democracia me concede de equipararme a esas eminencias con escaso esfuerzo y nulo mérito por mi parte? Todos somos iguales; toda opinión cuenta, es clasista solicitarme obligaciones para estar a la altura de los derechos que me corresponden. Vivo en la mejor época de la historia para rascarme los huevos y solicitar mi parte del pastel.
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