A esa frase que me asalta en medio de la noche como un despertador resentido, le reto a que sobreviva en mi memoria hasta el alba cuando las letras se ordenan como las primeras aceras. Le reto a que sobreviva después de pasar por el desierto de los sueños que aúpan la confusión. No acepta el reto. Quiere que en cuanto suena, me levante y le muestre vasallaje. Estoy harto de frases megalómanas. Antes me entraban por el ojo hambriento como un cebo de alta cocina. Ya no. Ahora me resbalan por la frente cubierta de una ligera capa de grasa sin penetrar en el cráneo.
top of page
Publicar: Blog2_Post
bottom of page
Comments