Me gusta escuchar las composiciones del italiano. Son la ausencia de la música interrumpida al final por aplausos. Me gusta la ausencia, lo que está a punto de desaparecer, lo que apenas asoma y ya se ha extinguido. La música, por mucho instrumento de percusión que la plasme, es un poco eso, extinción demorada, cera en los oídos intentando recordar lo que se ha ido. La música no ofrece respuestas, sí pausas, tan necesarias. La música enseña a respirar, a conducir despacio por el tiempo, a relativizar la actualidad. Me importa una mierda el comunismo revolucionario de Luigi Nono, y a su música también. Pero él no lo sabe. Qué le vamos a hacer. La música es un animal de compañía que se ha soltado de la correa y no reconoce amo. ¡Sigue componiendo y calla, por favor! Tus pensamientos estropean el sonido. ¡Calla y deja a la ausencia hacer su trabajo!
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