A cada paso una puerta que lleva a ti mismo. A cada edad muerta —y ya llevas unas cuantas— se abre una puerta a ti mismo. Cada sueño de cada noche, cada niebla antes de la vigilia, cada día de ajetreo, una puerta que lleva a ti mismo. Cada viaje y cada aventura por el mundo se abre una puerta que lleva a ti mismo. Nunca se acabarán las opciones de ti mismo. Nadie te mete prisa, prueba todo lo que consideres oportuno, juega a todos los juegos, engorda el ego con comida basura, haz lo que tengas que hacer, pero alguna vez, aunque sea por descarte o curiosidad, cruza esa puerta que lleva a ti mismo.
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