El instante vertical y el flujo de tiempos horizontales. El instante vertical es uno y no es que dure mucho, es que no entiende de duración. Lo abarca todo en este momento sin medición temporal y nunca aparece ni desaparece. Los instantes horizontales se ponen muy juntitos dando la sensación de continuidad: son fotos fijas que al surgir tan rápidamente y tan de seguido crean la sensación de movimiento temporal, de película, de guión de nuestra vida. En realidad, los instantes horizontales desaparecen en cuanto aparecen. Sobra decir que lo que aparece y desaparece es apariencia.
El hecho fenoménico (lo que pasa), el relato mental (aquello que piensas que pasa), el desarrollo de la personalidad por acumulación de experiencias, ideas, emociones (aquél a quien le pasa). Tú no eres ninguno de ellos ni una combinación de ellos. Eres el testigo que subyace a esa obra de ilusión creativa, eres el soporte donde ocurre ese guión aderezado al gusto, eres la memoria libre necesaria para que la memoria ocupada pueda ser operativa, eres el vacío que posibilita la visibilidad de la materia. Eres intocable por el hecho fenoménico, el relato mental y el desarrollo del ego. No eres algo en evolución. Eres completo, acabado, realizado en sí. Eres anterior a la puesta en escena, eres durante la función y sigues siendo cuando baja el telón. Eres el instante vertical en el que el tiempo horizontal juega y exhibe sus trucos de magia.
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