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  • Foto del escritorLuis Amezaga

El ama de las llaves-4



El ama de las llaves se sentía, además de imprescindible en la vida de palacio, una aventurera de experiencias extraordinarias en las que se adentraba con la toma de LSD y ayahuasca. Un día le confesó a la reina su inmersión en esos estados alterados de conciencia. La reina sonrió y le dijo que <<muy bien>> evitando la confrontación dialéctica. La reina habitaba el estado inalterado de conciencia, algo que su ama de las llaves ni siquiera intuía que existiera. La reina podía jugar en el mundo de palacio porque era el juego convenido. Aceptaba las reglas y podía saltárselas todas. Pero, para el ama de las llaves, el mundo era algo muy serio con lo que contender, al que había que domeñar, susceptible de ser conquistado, convencido o vencido.

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